Y TÚ NO ESTABAS
por Manuel Mariño R.
¿Que ocurre cuando una carta no encuentra a
su destinatario?, pues, sencillamente, es devuelta al remitente, pero no sin
antes pasar por una serie de instancias tendientes a encaminarla hacia quien,
por una u otra razón, no ha podido ser ubicado para entregársela.
La
causa más frecuente para esta situación es el cambio de domicilio de la persona
a la cual va dirigida. En algunos casos las personas dejan información sobre su
nueva dirección, pero en otros casos no es así, lo cual dificulta la ubicación
del destinatario. También puede ocurrir que haya algún error en las señas como,
por ejemplo, el número de la casa equivocado o el nombre de la calle
incorrecto, etc.
Cuando
se han agotado las indagaciones sobre un posible cambio de dirección o error en
los datos consignados en la carta, ésta es devuelta a la oficina de correos,
donde es "pregonada" en la sala de carteros, es decir, es dada a
conocer, a viva voz, a los carteros o a las personas encargadas de repartir la
correspondencia, para ver si alguien, ya sea por el nombre, la dirección u otra
seña es capaz de dar una pista que permita enviarla a su destino. Si todas estas
acciones no dan resultado, se procede a aplicarle un timbre con indicación de
que debe ser devuelta al remitente. Las angustias por las que ha tenido que
pasar la misiva han quedado reflejadas en la siguiente
ODA
DE LA CARTA DEVUELTA.
Cumpliendo
con la misión encomendada,
Llegué
hasta tu casa… y tú no estabas.
Así que he regresado a quien
me enviara,
Con un dejo de tristeza en la
mirada.
No creas que no trataron de
ubicarte
Los carteros y gente autorizada
Pero no obstante el empeño
que pusieron
No hubo forma de saber dónde
tú estabas
A voces te llamaron los gestores,
En estéril acción desesperada.
La brisa se llenó con sus pregones,
Pero el eco respondió con la callada.
‘‘Retour’’, ‘‘Inconnu’’, ‘‘Unknown’’
Con extrañas palabras
estampadas,
Dejaron constancia de su
afán,
Cual triste epitafio, tras la paletada.
Si lees
estas líneas a la distancia,
Haznos
pronto saber dónde te hallas,
Así
tuviera que rondar el mundo entero,
Feliz
reemprendería la jornada.
Sin esperanzas de encontrarte
me despido,
Pero culparme no podrás por
la fallada,
Pues, como ya te he dicho y
te repito,
Llegué hasta tu casa... y tú no estabas.
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Tomado del libro HISTORIAS con HISTORIA – Crónicas
Entretenidas
Autor: Ing. Manuel Mariño Reimann
Socio ACFA N°79