El Cabo de Hornos siempre inspiró respeto a los
marinos que tenían que navegar por sus turbulentas aguas, especialmente en
aquellos tiempos en que sólo había barcos a vela, sin los modernos elementos
con que se cuenta hoy en día para hacer la navegación más fácil y más segura.
Por este motivo, desde el siglo XIX existe un club
muy exclusivo que se fue formando, casi sin proponérselo, por los capitanes de
los grandes veleros que habían surcado las peligrosas aguas del cabo, a fin de
intercambiar experiencias y hacer recuerdos de sus arriesgadas travesías. Así
surgió lo que se conoce como la Asociación Internacional de Cap-Horniers, AICH.
Requisito indispensable para pertenecer a esta
agrupación es haber doblado el Cabo de Hornos en un barco velero "a solo
trapo", es decir, haciendo uso de velas solamente, sin ayuda de máquina
propulsora. La Asociación tiene su sede en el puerto de Saint Maló, Francia,
que llegó a contar con unos 800 miembros alrededor del mundo, incluyendo entre
ellos a tres "palomas del cabo", como se las conoce a las tres únicas
mujeres que reúnen los requisitos para pertenecer al club.
La romántica era de los buques a vela va enfilando
proa hacia la historia, así también enrumba el club que cobija a los Cap‑Horniers.
El número de los grandes veleros va disminuyendo inexorablemente al igual que
el contingente de los viejos lobos de mar que hicieron la peligrosa travesía.
Estas circunstancias hacen a los Cap-Horniers más unidos y hermanados que
nunca, por lo que periódicamente se reúnen, para recordar viejos tiempos y
entonar las tradicionales canciones marineras en idiomas venidos de los
confines de los siete mares.
En junio de 1994 se reunieron en el puerto de
Cuxhaven, en el norte de Alemania. A la cita concurrieron 350 miembros, número
considerable si se toma en cuenta que la mayoría eran de edad avanzada. Unos
pocos llegaron navegando en sus queridos veleros, cargados con nostalgias del
pasado. Entre ellos Luis Ferdinand von Hohenzollen, Príncipe de Prusia, último
descendiente del Kaiser Guillermo II. El programa incluyó un crucero en el tres
palos "Alexander von Humboldt" desde el cual, siguiendo una sentida
tradición, se echó al mar una corona de laureles, en recuerdo de los compañeros
que ya emprendieron la última singladura.
Varios son los países que han emitido estampillas
recordando los veleros Cap-Horniers. Entre ellos destaca el homenaje que les
hizo Francia en el año 1971, con un sello y un timbre especial de hermoso
diseño, que muestran el Cap-Hornier "Antoinette".
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Tomado del libro HISTORIAS con HISTORIA – Crónicas Entretenidas
Autor: Manuel Mariño Reimann