A
GOLPE DE MARTILLO
por Manuel Mariño R.
La caída del muro de Berlín,
no solamente permitió la reunificación de Alemania sino que, de paso, trajo
solución a numerosos problemas de variada índole, incluso uno muy delicado de
carácter filatélico.
Hasta la Segunda Guerra
Mundial, el museo postal alemán se preciaba, con justa razón, de tener una de
las colecciones filatélicas más valiosas del mundo. Sin embargo, con el término
del conflicto y la derrota de Alemania, muchas cosas cambiaron y así también el
destino de algunas de las posesiones más valiosas del Postmuseum de Berlín.
Días antes de la ocupación de
Berlín por las tropas aliadas, las piezas postales de mayor valor fueron
llevadas a una bóveda para su mejor resguardo. Entre el material seleccionado
había una vitrina en forma de marco que contenía las dos primeras estampillas
de la isla Mauricio, además de la famosa primera serie de sellos de Hawai,
conocida como la serie Misiones y otras tantas rarezas filatélicas, cuyo valor
total no es posible conocer porque nunca han sido puestas a la venta, pero que
en una estimación global se cuantificaría en millones de dólares.
Acallado el tronar de los
cañones y cuando las circunstancias lo permitieron, se pudo constatar que parte
del material filatélico, tan celosamente guardado, había desaparecido,
incluyendo el marco con el conjunto de sellos antes descrito.
Más de 20 años después,
investigaciones realizadas en los Estados Unidos, permitieron ubicar el marco
en manos de un exoficial del ejército norteamericano, quien explicó que en el
año 1945 un matrimonio de ancianos alemanes se lo había regalado, en
agradecimiento por haberles ayudado a escapar ante el avance de las tropas
soviéticas. Las autoridades no quedaron satisfechas con las explicaciones
recibidas y procedieron a confiscar el valioso marco, dejándolo bajo la
custodia del Servicio de Aduanas.
Al tomar conocimiento de la
existencia de este material filatélico, tanto la Alemania Federal como la
Alemania Oriental reclamaron su mejor derecho de propiedad sobre el mismo,
creando un problema de tales proporciones que obligó a la intervención del
Departamento de Estado de los Estados Unidos, sin que por años se lograra
dilucidar el problema.
No fue sino hasta el año de
1989, cuando los vibrantes golpes del martillo sobre el duro muro de Berlín
trajeron la respuesta y el marco, con su valioso contenido, pudo ser restituido
a una Alemania unificada.
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Tomado del libro HISTORIAS con HISTORIA – Crónicas
Entretenidas
Autor: Manuel Mariño Reimann